1. Sobre la situación del fútbol.
El fútbol ha perdido sus valores fundamentales. Ya no es deporte,
ocio y entretenimiento para compartir con amigos y familia. Ahora es un
espectáculo cargado de intereses. Se ha convertido en una especie de
juicio popular llevado a cabo en la plaza pública, en la que los medios
de comunicación agitan a las gentes y éstas, cargadas de problemas e
insatisfacciones, se desahogan en la plaza lanzando piedras a quienes
señalan los agitadores. Los clubes de fútbol generan una cantidad de
información insuficiente para lo que demanda el gran número de medios
de comunicación existentes, enfangados en una competencia atroz. No es
justo que los clubes tengan que ser víctimas de esa guerra sucia en la
que todo vale. Esa guerra, provocada por la necesidad de vender para
equilibrar una cuenta de resultados, hace que los que la dirimen se
olviden que las Sociedades Anónimas Deportivas tienen que equilibrar la
suya. Pero esto es secundario.
2. Sobre las Sociedades Anónimas.
La Ley de Sociedades Anónimas Deportivas nació con defectos.
Defectos que se han ido acentuando con el paso del tiempo. El
legislador debe procurar que todos aquellos que estén bajo su paraguas
legal reciban un trato similar. Y en 1992 el legislador no lo hizo,
hizo a los clubes desiguales. En 1992, 38 clubes de 42 se transformaron
en Sociedades Anónimas Deportivas y son sólo esos 38 los que están
obligados a cumplir con la Ley de SAD. El Gobierno quiso quitarse el
problema de la deuda que generaba el fútbol, pero creó una ley injusta
porque no obligó a todos a cumplir con la misma Ley. La situación de
los dos clubes grandes de España es un permanente círculo
vicioso/virtuoso: el no tener límite de endeudamiento permite contratar
a los mejores jugadores esto facilita la consecución de títulos
favorece la atención de los medios de comunicación atrae a los
aficionados permite captar acuerdos con patrocinadores y operadores
audivisuales se agigantan las diferencias.
Así no cabe la sana y libre competencia entre clubes, ya que es una
competición con distintas legislaciones. Esta desigualdad crea malestar
entre los aficionados, que ni conocen ni quieren conocer las
limitaciones de unos y los privilegios de otros. Se enfurecen por
impotencia, porque no aceptan la desigualdad. Esa sensación, aderezada
con la exigencia que transmiten los medios de comunicación, lleva a
reivindicaciones casi imposibles, lo que produce un permanente estado
de insatisfacción. Es fundamental que cada SAD, como cada persona, como
cada empresa, conozca su realidad y sus limitaciones, y fije sus
objetivos en función de éstos. El desconocerlos nos impide conocer la
realidad y nos hace vivir en la frustración y desilusión.
3. Sobre la situación del Atlético.
El Atlético de Madrid como Sociedad Anónima Deportiva vive en un
escenario complejo. Es un club grande, con una gran historia y con una
magnífica afición, leal, apasionada y exigente. Pero a la que le cuesta
aceptar la desigualdad originada por las limitaciones propias y los
privilegios de otros. Convivir en la misma ciudad con otro equipo, que
bajo el pretexto de no ser una SAD es apoyado, financiado y protegido
por todas las instituciones y medios de comunicación, es realmente
difícil. El club Atlético de Madrid, en los últimos cuatro años (desde
que concluyó el proceso judicial), no ha dejado de crecer de forma
sostenida en todos los aspectos: a) socialmente, con más de 48.000
abonados, 22.000 accionistas, 700 peñas activas repartidas por todo el
territorio español y fuera de él, 100.000 aficionados vinculados
directamente a través del carnet de socio o tarjetas de pago y cerca de
dos millones de simpatizantes; b) patrimonialmente, con activos en
suelos y edificaciones (Ciudad Deportiva y estadio) por un valor
aproximado de 400 millones de euros; c) deportivamente, con un primer
equipo consolidado entre los mejores de España y con participación en
la Liga de Campeones de forma regular, con un fútbol base, cuyos
jugadores, mucho de ellos internacionales en las distintas categorías,
garantizan el futuro deportivo del primer equipo y la presencia
mayoritaria en éste de jugadores canteranos. d) comercialmente, con
acuerdos tanto audiovisuales como de patrocinio deportivo, así como
publicitarios, que garantizan durante los próximos cinco años unos
ingresos que permitirán competir a nivel deportivo a un alto nivel.
4. A modo de ruego.
Creo fundamental que entre TODOS luchemos, además de por conseguir
los objetivos individuales de cada uno, porque el FÚTBOL recupere los
VALORES perdidos, tanto deportivos como sociales. Debemos luchar para
que los futbolistas piensen más en su profesión como deporte, con sus
valores, entre los que tiene que estar el que no sólo vale ganar sin
importar cómo se consigue la victoria. Debemos luchar para que los
aficionados vivan el fútbol con pasión, como su espectáculo favorito,
pero dentro de los límites de la convivencia, con amigos y familia y el
respeto al rival y al deporte. El fútbol es demasiado bonito para no
disfrutarlo, y la vida demasiado corta como para vivirla en estado
permanente de frustración. Los valores fundamentales del fútbol en
particular y de la vida en general, si no los olvidamos, nos permitirán
ser más felices y convivir en un mundo de paz y en tolerancia.